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Orihuela, asentada en la costa mediterránea, emerge como un destino que teje un tapiz vibrante de colores y contrastes, donde la sinfonía de lo natural y lo urbano se funden en una armonía sublime. Esta joya, capital de la Vega Baja, se erige como un refugio donde las páginas vivas de la historia y la riqueza cultural perduran con una vitalidad palpable. En este escenario, los museos desbordan de tesoros, los monumentos susurran historias antiguas, los parajes naturales avivan la imaginación y las calas de aguas cristalinas parecen salidas de los sueños más vívidos. ¿Qué más se podría desear?
Los cimientos de Orihuela se hunden en el pasado romano, cuando respondía al nombre de Orcelis. Pero las huellas de civilizaciones anteriores se despliegan aún más lejos en la historia, testimoniadas por los yacimientos arqueológicos diseminados en los alrededores.
El río Segura traza un sendero serpenteante a través de los dominios de Orihuela, guiado por su corriente hacia el abrazo del mar, hasta encontrar su destino en Guardamar del Segura. Esta ciudad se erige como la capital de la comarca, presentando una abundancia de edificios históricos y destacando como el lugar de nacimiento del ilustre poeta Miguel Hernández.
Para sumergirse en la experiencia única de Orihuela, basta con adentrarse en las callejuelas del casco histórico, un tesoro proclamado Conjunto Histórico Artístico por su rica colección de monumentos, museos y edificaciones que engalanan las calles adoquinadas.
Entre estos tesoros aguarda la Biblioteca Pública y Archivo Histórico Fernando de Loaces, cuya fachada es la reliquia del Palacio del Conde de Pinohermoso, erigido en el siglo XVI y renovado en el XVIII. El Colegio Diocesano Santo Domingo, un edificio que albergó en su origen un convento y más tarde una universidad, se revela como una maravilla arquitectónica con sus columnas corintias y su portada barroca.
Las calles de Orihuela se erigen como testigos silentes de épocas pasadas, con edificios como el Palacio de la Granja, una mansión que, a pesar de las reconstrucciones, aún ostenta su fachada de estilo civil barroco con gracia y dignidad.
La cultura fluye por las venas de Orihuela, manifestándose en sus valiosos museos que despliegan las puertas al conocimiento y la inspiración. El Museo Diocesano de Arte Sacro resplandece con colecciones que abarcan pintura, escultura, indumentaria y libros religiosos, destacando entre ellas la enigmática "La tentación de Santo Tomás de Aquino" de Velázquez.
El Convento de Santo Domingo, testigo de los siglos, ya no alberga la primera biblioteca nacional española, pero sus paredes aún susurran los ecos de un pasado rico. Construido en el siglo XVI, su magnificencia lo eleva a Monumento Nacional de mayor envergadura en la Comunidad Valenciana.
La plaza de Ramón Sijé se convierte en el punto de partida de un viaje cultural, una travesía que nos guía hacia el Palacio del Portillo, una construcción que se erige como un testimonio tangible de la arquitectura que resiste el paso del tiempo, construida entre los siglos XVIII y XIX.
Mirando hacia el oeste por la calle Mayor de Ramón y Cajal, la imponente silueta de la Catedral de Orihuela se yergue en la plaza del Salvador. Este bastión de fe y arquitectura, sede de la diócesis de Orihuela-Alicante, nos relata su historia desde el siglo XIII, una narrativa que abarca ampliaciones y reformas hasta el XVIII. La Catedral del Salvador y Santa María, enraizada en vestigios visigodos e hispanoárabes, cobra vida a través de los siglos, con su torre como la reliquia más antigua, albergando inscripciones carcelarias, un antiguo reloj y la campana de las horas.
El Museo de la Muralla se alza como una ventana al pasado, permitiéndonos vislumbrar la historia que envuelve a Orihuela. La muralla ancestral, viviendas islámicas, baños árabes y los vestigios de un palacio gótico narran los relatos de épocas pasadas. La historia se prolonga en el Castillo-Alcazaba de Orihuela, una estructura testigo silencioso de los acontecimientos del pasado.
Orihuela se erige como un paraíso histórico, un refugio donde la cultura también halla su santuario. La Casa Natal de Miguel Hernández se transforma en el epicentro de un viaje para explorar la vida y la obra de este poeta inmortal.
Estos destellos de maravilla apenas arañan la superficie de lo que Orihuela tiene para ofrecer, ya que el camino aún se despliega ante nosotros. El Palmeral de Orihuela, también conocido como el Palmeral de San Antón, se expande como una alfombra de palmeras que roza los límites del casco histórico, un tesoro reconocido como Patrimonio Histórico Español.
Y para los buscadores de serenidad, las aguas cristalinas abrazan playas y calas que acarician la costa. Dieciséis kilómetros de litoral, once calas y playas de arena dorada invitan a sumergirse en sus aguas mágicas. Una invitación a un baño de ensueño en un lugar que parece arrancado de las páginas de una fantasía.
Orihuela se despliega como un capítulo de historia y cultura ante nuestros ojos, un destino donde la belleza se funde con el legado del tiempo.