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Jávea, también conocida como Xàbia en valenciano, surge como una gema resplandeciente en la Costa Blanca de Alicante. Rodeada por el abrazo del mar Mediterráneo, esta localidad despliega su singularidad en forma de playas paradisíacas, majestuosos parques naturales y una tradición gastronómica exquisita. Si alguna vez te aventuras a explorar sus encantos en una escapada turística, te adentrarás en una vivencia que amalgama la historia, la naturaleza y el regocijo culinario, todo ello bañado por un clima suave que te acompaña casi sin interrupción.
Ubicada al norte de la provincia de Alicante, entre los cabos San Antonio y La Nao, Jávea guarda en su geografía una amalgama de tesoros. Los ecos de épocas pasadas reverberan en sus calles adoquinadas y murallas, erigidas como escudo contra los ataques de los piratas que surcaban estas aguas. El casco histórico, alrededor de la Iglesia de San Bartolomé, narra su historia con viviendas encaladas, balcones de hierro forjado y dinteles esculpidos en "tosca", una piedra local de matices dorados. Aquí, el Ayuntamiento, el Mercado de Abastos, el Centro de Cultura y otros monumentos entrelazan sus destinos en un cautivador recorrido. A un par de kilómetros, las Aduanas del Mar despliegan su identidad marinera, con la peculiar Iglesia de Nuestra Señora de Loreto configurada como una quilla.
Siguiendo la senda de la carretera que discurre en paralelo a la Playa del Benissero, te toparás con el Arenal, donde se alza el único Parador Nacional de la Costa Blanca. Una franja de arena alberga a la Playa del Arenal, un oasis de sol y mar. Sin embargo, el litoral de Jávea es un caleidoscopio de diversidad, con 20 kilómetros de costas que oscilan entre la finura de la arena de la Playa del Arenal, calas rodeadas de pinos ideales para el buceo como la Granadella, y rincones naturales como la Cala Ambolo. Calas diminutas como la del Portichol o La Sardinera engalanan la escena, mientras que el Montgó, majestuoso y custodio, define la línea norte que divide a Jávea de Dénia.
En el epicentro del casco histórico, el Ayuntamiento despliega su arquitectura del siglo XVIII en una danza junto a la Iglesia-Fortaleza de San Bartolomé. Navegando por las callejuelas, te sumergirás en una atmósfera medieval saturada de historia. Las murallas defensivas, alzadas como escudo ante los asaltos piratas, flanquean un paisaje en el que palacetes y edificaciones ancestrales abren sus puertas al pasado. El mercado de Abastos y la iglesia de San Bartolomé, surgidos en el flujo de los tiempos, son testigos silenciosos de la evolución del tiempo. Más allá de las concurridas playas, el casco histórico de Jávea espera con su encanto eterno.
El Faro de la Nao, guardián del punto más oriental de la provincia de Alicante, emerge sobre acantilados vertiginosos y vistas panorámicas del Mediterráneo. En días claros, la silueta de Ibiza se vislumbra en el horizonte. A sus pies, calas diminutas y cavidades reciben a los amantes del buceo, con la cova dels Orguens destacando como un rincón apreciado.
Las calas de Jávea ostentan el título de principal atractivo. La Playa del Arenal es el enclave perfecto para quienes buscan comodidades y proximidad a la ciudad. No obstante, los entusiastas de la naturaleza encontrarán su paraíso en la Cala del Portitxol, con su islote y su icónica puerta azul, que ha sido capturada en innumerables instantáneas. La Cala Sardinera y la Granadella, la Cala del Tangó cerca del puerto, la del Francés, la del Ministro y la de Ambolo convergen en una sinfonía costera. Sumergirse en estas aguas cristalinas es un deleite para los buceadores.
La esencia de Jávea se despliega tanto en su casco histórico como en sus playas. Cada rincón merece ser explorado. Ascender al Mirador de les Pesqueres o recorrer la ruta de los miradores es revelar desenlaces inesperados. Rastrear el sendero hacia la Cova Tallada desvela una perspectiva diferente de la localidad. Sumirse en las festividades de Moros y Cristianos o en las Hogueras de San Juan es abrazar su espíritu auténtico.
La oferta culinaria de Jávea es un homenaje al paladar. Los restaurantes que pueblan la ciudad ofrecen una diversidad de sabores. Desde el pulpo seco hasta los arroces marineros, la gamba roja y los guisos de pescado, cada bocado te sumerge en la riqueza de la tradición gastronómica local.
En el corazón de la bahía de Jávea, la Playa del Arenal se despliega con su extensión de alrededor de 500 metros. Aguas poco profundas acogen a los bañistas en un entorno seguro. El paseo marítimo que la rodea está jalonado de tiendas, restaurantes y terrazas que te invitan a disfrutar de las vistas al mar. Diversos servicios y la bandera azul ondeando certifican su calidad.
Junto al puerto de Jávea, la Playa La Grava se extiende con su arena y grava cristalina. En sus aproximadamente 290 metros de longitud, se asoma hacia los Cabos de San Antonio y Cap Prim. Durante el verano, la vigilancia y los puestos de socorro aseguran la tranquilidad de los bañistas. Hamacas y sombrillas aguardan para brindar confort. El Paseo Marítimo que la rodea alberga una amplia selección de restaurantes que exhiben la cocina valenciana más auténtica.
En Jávea, la naturaleza, la historia y los sabores confluyen en una sinfonía armónica. Cada rincón de esta encantadora localidad alicantina cuenta su propia historia, una que se entrelaza con el mar, las calas escondidas y la vitalidad de sus habitantes.